como un ñandú en el mar,
el agua al pecho
y la mirada triste,
paso mis horas
recibiendo impresiones
tomo el oficio del robot detective
que no descansa nunca de payar,
de interrogar la noche
buscando entre los cuernos del olvido
sofocones de fe,
vértebras que aticen los latidos
brasas portadoras de razón
estoques de creencias solidarias
que repartan de nuevo la esperanza melón
y paso así mis días
suponiendo llegadas,
azares sin reloj,
multitudes que engendren individuos,
faroles que se enciendan
en costillares vacíos
cuerpos con voluntad
martes, 19 de mayo de 2009
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